La trayectoria profesional de Gianfranco Ferré ha sido larga, treinta años trabajando para el mundo de la moda, no son suficientes para agradecer a este maestro todo el legado que nos ha dejado. Al plantearse su futuro profesional, pensó en dedicarse a la arquitectura y fue en 1969 cuando Ferré terminó los estudios de esta rama con la máxima distinción, "summa cum laude", algo que parecía predecir el éxito rotundo que obtendría posteriormente. Cuando ya contaba con su licenciatura, Ferré tuvo difícil encontrar un trabajo a su gusto y, por ello, decidió probar con el diseño. Antes de convertirse en lo que fue en nuetros días, diseñó muebles y accesorios, diseños que no pasaron inadvertidos ya que muchas de las revistas más importantes de decoración y moda comenzaron a fijarse en sus cualidades, fue la editora de "Vogue" en su edición italiana, Anna Piaggi, la que ayudó a Ferré a convertirse en una estrella mundial del diseño.
Ya en el año 1978, Grianfranco Ferré presentó su primera colección al público. Años más tarde, Ferré encontraría su máxima inspiración en Oriente. Fue un diseñador con corazón de viajero. Uno de sus lugares favoritos era la India, donde permaneció durante una larga temporada. Fue allí donde encontró la inspiración que necesitaba y la consecuencia de que sus diseños aparecieran impregnados de toques orientales durante décadas.
A mediados de los años 70, Gianfranco Ferré fundó su propia empresa y sus primeros diseños se inhundaron de tonos naturales acompañados de piedras preciosas. En 1989, dió el gran salto al mundo de la moda. Fue en esa fecha cuando Ferré comenzó a trabajar para el diseñador Christian Dior, su primera colección creada para la casa le valió para hacerse con el Dedal de Oro y le consagró como uno de los diseñadores más importantes en la alta costura. Su trabajo con uno de los más grandes diseñadores de moda se extendió hasta el año 1996. Ese año Ferré regresó a Milán, su objetivo era claro: dedicarse por completo a crear sus propias colecciones, dirigidas tanto a hombres como a mujeres.
Siempre quedará en nuestro recuerdo como "el arquitecto de la moda", apodo que se ganó a pulso debido a las estructuras que caracterizaban sus creaciones. Muchos expertos en moda afirman que Ferré, antes de diseñar una pieza, pensaba en el movimiento que quería y la estructura de ésta era muy importante para conseguir el efecto que buscaba. Así, su estilo se caracterizó por el uso de líneas sencillas y estructuradas. Sus vestidos de noche se convirtieron en faldas amplias de ensueño que se acompañaban de capas crinolina.
Para Gianfranco Ferré eran muy importantes, también, los géneros y, por ende, utilizó tericiopelos, sedas, satenes, pieles e, incluso, cuertos para diseñar sus prendas. Sus diseños no sólo se quedaron en la creación de vestimentas sino que también se empleó a fondo para crear accesorios, perfumes, gafas, ropas infantiles, zapatos, corbatas y, algo sorprendente, paraguas. En el año 2002, Ferré vendió su empresa, que recibía el nombre de "Gianfranco Ferré a It Holding", pero siguió con su carrera de diseñador.
Este gran maestro de la moda italiana fue uno de los responsables de que Milán se convirtiera en la cuna del mundo de la moda y recibió varios premios que sirvieron de reconocimiento a una brillante carrera profesional. Entre ellos, además del Dedal de Oro, citado anteriormente, la Medalla de Oro al Mérito Cívico en Milán.
Gianfranco Ferré nació el 15 de agosto de 1944 en Legnano y murió, en Milán, el 17 de junio de este mismo año a consecuencia de un derrame cerebral. Descanse en paz, este maravilloso e inolvidable genio de la moda.